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Teletrabajo
Capturas de primavera

Teletrabajo “a la fuerza”: El gran experimento del Coronavirus

Llegó el Coronavirus y con él, un gran reto para las empresas españolas: conseguir que sus empleados puedan desarrollar sus trabajo desde cualquier lugar (o al menos, aquellos que su función lo permita). Todo un cambio de mentalidad que en España llevamos años intentando y que ahora, por capricho de las circunstancias, tenemos que afrontar a las bravas. 

Y digo cambio de mentalidad porque en el fondo, se trata de mucho más que teletrabajo. Se trata de cambiar una forma arcaica de entender el trabajo. Un concepto que nos ata a una silla y a un reloj, para pasar a un nuevo territorio basado en la confianza y los objetivos. 

Porque algo bueno tenía que traer el Covid-19, señoras y señores. Aunque solamente sea lanzarnos sin paracaídas al universo del teletrabajo… Y aquí estamos, ¡a ver qué pasa! Porque en cuestión de horas, el teletrabajo ha pasado de ser el patito feo a la niña bonita, la solución, la panacea para que este país – y el mundo entero – no se paralice de golpe.

El comienzo del gran experimento: China

Todos sabemos que China no se caracteriza por ser un país que cuida los derechos de sus trabajadores. Ni siquiera entre sus talentos más demandados, los perfiles STEM, que hace poco iniciaron su propia revolución con el movimiento 9-9-6, que busca romper con las jornadas de 12 horas durante seis días a la semana. Algo impensable en cualquier otro lugar del mundo…

Pero ha llegado la pandemia y no ha habido más remedio que probar. Las empresas chinas han movido ficha para conseguir que sus empleados puedan trabajar a distancia. Una cifra que se calcula llegue a los 300 millones de chinos teletrabajando esta primavera, según datos de la consultora iiMedia Research. Los resultados nos dirán si China ha afrontado con éxito este experimento, aunque ya contamos con una cifra significativa: la reducción un 25 por ciento de emisiones CO2 a la atmósfera, según Carbon Brief. ¡Algo es algo!

España: el nuevo conejillo de Indias 

Los datos demuestran que el teletrabajo en España es un concepto que no arranca. O no terminaba de arrancar, ¡hasta ahora! Porque antes de los tiempos del Coronavirus, únicamente un 4,3% de los trabajadores españoles afirmaba usar el teletrabajo de manera habitual. 

¿Por qué? Porque en este país prima la cultura del presentismo: una cultura que nos “obliga” a calentar la silla, para asegurarnos que somos los primeros a los que la jefa o el jefe ve cuando llega, y los últimos a los que ve cuando se va. Y donde por supuesto, la idea de poder desarrollar tu labor sin ninguna supervisión “visual” directa está bastante mal vista…

Pero desde la recomendación del Gobierno de teletrabajar desde el pasado martes, todo ha cambiado: España ha convertido la situación en una gimnasia de entrenamiento “a remoto” para las empresas. Un gran experimento social y laboral para nuestro país, que medirá nuestra capacidad de adaptarnos al trabajo a distancia, y del que dependerá gran parte de nuestra economía.

Pero como cualquier experimento, que consigamos transformar esa mentalidad arcaica dependerá de los resultados. Unos resultados que cuentan con grandes hándicaps:

  1. Primero, porque no se desarrolla en las circunstancias idóneas: este “teletrabajo de emergencia” se desarrolla bajo unas medidas excepcionales, muchas de las cuales no nos permiten desempeñar nuestra labor de forma productiva (como los compis con hijos o al cargo de mayores, ¡ánimo, valientes!). 
  2. Y segundo, porque solo podemos desarrollarlo desde casa. Tenemos que tener cuidado de no caer en la trampa: teletrabajar no necesariamente significa trabajar desde casa. Significa poder realizar tu trabajo desde cualquier lugar. Ahora las circunstancias nos obligan a ser responsables y trabajar desde nuestros hogares. Pero cuando todo pase, tenemos que estar preparados para dejar de “poner puertas al campo” y desarrollar nuestro trabajo desde cualquier parte con profesionalidad (y con wifi).

No cabe duda de que las próximas semanas serán clave para ver cómo este experimento evoluciona, aquí y en todo el planeta. Porque por muchos obstáculos que se nos planteen, el teletrabajo es ahora la bomba de oxígeno que puede mantener nuestra economía a flote. Solo el tiempo dirá si hemos tenido éxito…

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