La celebración del COP25 en Madrid ha vuelto a poner al planeta en el centro de todas las conversaciones (si es que no lo estaba ya). Y es que la cosa se está poniendo realmente seria: La subida de la temperatura entre 3-5 grados para finales de siglo, el vertido de 8 millones de toneladas de plástico anuales al mar, o la desaparición de casi el 50% de especies de animales y de plantas en solo 60 años son algunos de los datos más angustiosos.
Al observar tan aterradoras cifras, la gran pregunta emerge por sí sola: ¿Cómo hemos llegado a esto? Y lo cierto es que podemos resumirlo en una sola frase: la humanidad en conjunto nos hemos centrado en evolucionar. Y lo hicimos de la manera que solo nosotros, los seres humanos, sabemos hacer: poniendo a trabajar nuestro ingenio y tomando aquello que necesitábamos para llevar a la realidad nuestras ideas.
Pero llegó un momento en que, cubiertas las necesidades básicas, comenzamos a buscar más, quisimos seguir creciendo. Paso a paso, a través de los engranajes de nuestra creatividad y transformando nuestro entorno, fuimos evolucionando hasta ser lo que somos ahora. Y lo cierto es que visto en perspectiva, hemos logrado cosas increíbles. Algunas sumamente positivas, otras aterradoras, pero increíbles al fin y al cabo.
Ahora, tras esa época de crecimiento imparable, el planeta nos da un aviso. O varios. Porque nuestras ansias de crecer y evolucionar nos están llevando a un punto de no retorno. Pero no es momento de buscar culpables, sino de parar y volver a hacer aquello que mejor hacemos: usar nuestra creatividad para superar un problema. Es así de sencillo y maravilloso. Porque si hay algo que realmente nos entusiasma a los seres humanos es enfrentarnos a un nuevo reto.
Debemos encontrar una manera diferente de hacer las cosas. Incluso de plantearnos qué debemos dejar de hacer para hacer cosas nuevas. Y tenemos ejemplos por doquier que demuestran que realmente somos capaces de lograrlo:
- En las empresas y la industria, donde la demanda social les está impulsando a buscar nuevas formas de negocio. Como el piloto puesto en marcha por H&M para reducir la maxi-producción a través del alquiler de ropa; o las ideas para regalos sostenibles de jóvenes diseñadores que podéis encontrar en el Mercado del Diseño esta Navidad (si no lo habéis hecho ya, ¡id, porque hay cosas alucinantes!).
- En la sociedad, impulsando un movimiento social que premie a las empresas que apuesten por conductas éticas y sostenibles. Y sobre todo, aplicando el ingenio en nuestro día a día, buscando soluciones que ayuden a aportar nuestro granito de arena a una lucha global. Con iniciativas colaborativas como Too Good to Go que busca disminuir los desperdicios, o reduciendo al máximo el consumo de plástico con soluciones alternativas.
- Y por supuesto, en los gobiernos, apostando por la ecoinnovación para innovar en los procesos industriales, premiando el uso de energías renovables, e impulsando el desarrollo de ciudades sostenibles. Y miles y miles de ideas por el estilo…
En definitiva, debemos reinventar la forma en la que vivimos. Y somos muy capaces de ello, ya lo hemos hecho antes… Nuestra capacidad creativa nos ha llevado donde estamos ahora, ¿por qué no volver a hacerlo para transformar nuestro futuro y el del planeta?
Comencemos a usar nuestra creatividad para hacer que las cosas cambien, para evitar que esas cifras tan aterradoras se hagan realidad. Porque todos, en mayor o menor medida, nos enfrentamos a retos diariamente donde podemos encontrar soluciones sostenibles: en casa, en el trabajo, en nuestras formas de consumo, en nuestra manera de producir… Solo hace falta activar nuestra creatividad y la voluntad de querer cambiar las cosas. Solo así, conseguiremos tener un sitio donde seguir evolucionando.