Os voy a contar una anécdota basada en hechos reales. Una de esas que seguro muchos habéis vivido en vuestras propias carnes. Hace algunos años, la empresa para la que trabajaba me comunicó que querían contar conmigo para coger más peso dentro de la compañía, otorgándome nuevas responsabilidades y funciones. Yo, agradecida, pregunté si ese nuevo cargo iba a verse reflejado en mi salario, ¡y en qué momento pregunté!
La conversación cambió de tono en un instante. De ser todo halagos y confianza, a generarse una atmósfera tensa, cargada de reproche. Me respondieron que en esa empresa no querían gente que fuera a trabajar por dinero, que eso era de mercenarios, y que querían contar con gente comprometida, capaz de darlo todo por la compañía con la devoción que esta merecía (entre otras muchas cosas).
Creo que “ojiplática” es la expresión que mejor puede describir mi cara en ese momento ¿Acaso la gente no iba a trabajar por dinero? ¿Cómo alguien podía exigirme “compromiso” y “devoción” por una empresa cuando estaba demostrando que no tenía ese compromiso hacia mí? Y la pregunta que más me intrigaba de todas, ¿realmente me habían llamado mercenaria?
La delgada línea roja entre «compromiso» y «postureo»
Aunque mis oídos no daban crédito, podéis entender que fruto de mi inexperiencia, cerré la boca, me levanté y me fui. Pero esas preguntas nunca han dejado de rondarme la cabeza, preguntas que a día de hoy las empresas se siguen haciendo insistentemente: ¿Cómo puedo conseguir que mis empleados se comprometan? Un compromiso que hoy más que nunca, es medible y tiene un impacto real en el negocio. Bien sea evitando la fuga de Talento clave, como por su impacto en los resultados de la Compañía (hasta tres veces superior de margen operativo, según la consultora Towers Watson).
Esto ha hecho que muchas empresas se pongan las pilas desarrollando estrategias de Talent Engagement o Employee Engagement (en inglés todo suena mejor, ya sabéis). En otras palabras, acciones que buscan conseguir ese compromiso de los trabajadores, pero que muchas veces, si rascamos un poco, no dejan de ser puras acciones de marketing interno.
El verdadero Engagement del empleado, consecuencia del trabajo bien hecho
Y es que el verdadero problema del Engagement del empleado es precisamente ese. Nos centramos en conseguir ese compromiso, y no trabajamos en lo que realmente lo hace posible: la relación entre trabajador y empresa. Más allá de lo laboral, ahí existe un vínculo que debemos reforzar día a día. Y si queremos alcanzar el deseado Engagement de nuestros empleados, solo hay una forma de conseguirlo. Creyendo desde el corazón del negocio que nuestros empleados son lo más valioso que tenemos, y poniendo todos nuestros esfuerzos en conseguir que estén lo más a gusto y sean lo más felices posible.
Y luego ya, se conseguirá el Engagement. Pero ya si eso después. Porque primero va la acción y luego la consecuencia. No podemos pedir el compromiso de nuestra gente si nosotros como compañía no estamos comprometidos con ellos. Es como en las relaciones de pareja: si uno da más que otro, la relación se acaba deteriorando. Y si uno pasa, pues yo paso más, y entonces ¿para qué seguimos juntos?
Quiero comprometerme, ¿y ahora qué?
El compromiso es algo mutuo, algo que debe ser real por ambas partes. Y como en las mejores relaciones de pareja, el primer paso es escucharse y conocerse para saber qué quiere y espera el otro de la relación. Cuando sepamos todo esto, tocará ponerse manos a la obra para hacer que sea posible, buscando herramientas que nos ayuden a llevarlo a cabo.
¡Pero mucho cuidado con los celos! Porque «comprometerse» no significa obligar a alguien a estar a tu lado para siempre. Si no de disfrutar y exprimir el tiempo (y el Talento) juntos, hasta que uno de los dos decida seguir su camino… Algo que en las compañías a veces se malinterpreta, tergiversando el concepto de «fidelidad».
Si lo hacemos al revés, si solo queremos que “parezca” que esta relación nos importa, o solo queremos que nos quieran sin ofrecer nada a cambio, entonces sabrán que todo es mentira. Acciones superficiales para conseguir que algo que es feo por dentro parezca bonito por fuera. Porque para conseguir el Engagement real de nuestros empleados, el “postureo” tenemos que dejarlo en la puerta de nuestra compañía.
1 Comentario
Helena
Totalemente de acuerdo